Compartir responsabilidades:
Para que la tarea de educar al hijo fructifique, la familia y la escuela han de trabajar de una forma coordinada:
- Enseñanza de valores, normas y costumbres.
- Enseñar a rechazar las discriminaciones por razones de sexo, raza, estatus social o discapacidad.
- Enseñar a escuchar y a tener respeto a las otras personas.
- Trabajar actitudes de solidaridad y de comprensión con los más débiles.
- Estimular la honradez.
- Enseñar a aceptar las diferentes formas de pensar.
- Estimular la capacidad crítica, de poder pensar con una perspectiva propia.
- Desarrollo de habilidades para la vida
- Inculcar el sentido del esfuerzo para conseguir metas.
- Enseñar a compartir las propias cosas.
- Educarles en la autocrítica y en la necesidad de aceptar críticas de otras personas.
- Aprender a saber comportarse con las otras personas, en general, sean mayores, iguales o menores.
- Educación en destrezas básicas para el aprendizaje
- Facilitar espacios y tiempos para el estudio.
- Fomentar hábitos de lectura.
- Estimular el lenguaje escrito y oral, tanto comprensivo como expresivo.
- Enseñar a distribuir correctamente el tiempo.
- Transmisión de normas y responsabilidades
- Respetar los turnos en la conversación.
- Enseñar a escuchar lo que la otra persona dice y lo que quiere decir.
- Educar en el cumplimiento de promesas y compromisos.
- Enseñar a respetar el medio ambiente.
- Trabajar los hábitos de higiene y limpieza.
- Estimular la puntualidad
- Promover el trabajo en equipo.
la verdad, que esos locos bajitos casi no pueden ni hablar pero qué bien saben comunicarse.
ResponderEliminarcon solo una mirada, un llanto, una caricia... te ceuntan todo lo que les pasa
Desde luego es un ideal a lograr, aunque realmente es complicado debido a cómo estamos organizando la sociedad en general. Estamos en un mundo de prisas, de poco tiempo, de falta de afecto y de una escasa atención hacia las cosas más básicas. Y una INDISPENSABLE es PARARNOS a ESCUCHAR a esas personitas que tanto tienen que aportar. Un profesor de matemáticas muy reconocido en Infantil, hace poco en un curso nos dijo: ¿pero os habéis parado a escuchar qué os dicen los niños? Y lamentablemente todo el mundo argumentamos el por qué no lo hacíamos pero nadie se atrevió a afirmar rotundamente, como era la realidad: PUES NO, NO LES ESCUCHO. Dé ahí parten tantas carencias afectivas que trastornan el resto de capacidades que sería increíble si nos diésemos cuenta realmente de su importancia.
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